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La Voz de Mego

Hoy no he abierto los ojos

Hoy no he abierto los ojos

Hoy no he abierto los ojos. Pareciere como si la mañana y la noche hubieran pasado en silencio, escapándose de la brisa que les proporciona los minúsculos segundos cuando se encuentran en el cambio de día. He imaginado una conversación entre ellos. Lo cierto es que es un estudio que llevo realizando durante algunos años, creo que en el fondo se admiran mutuamente pero no son capaces de manifestar con palabras la belleza del silencio.

Hoy no me he dado cuenta, y pienso que por fin se han cruzado la mirada porque al asomarme como lo hago siempre, algo parecía diferente. Creo que ha sucedido. Puede incluso que hasta ahora el constante control al que estaban sometidos les incomodaba lo suficiente como para no darse cuenta del tiempo. Quizá por eso mi torpeza al intentar abrir las ventanas les haya sorprendido. Les haya hecho cómplices por unas milésimas de segundos y se hayan sentido acompañados por un segundo en sus vidas.

Me pregunto si el temor al frío ha provocado que la noche dejara de respirar, y que yo no abriera los ojos. No, realmente me molesta esta situación y normalmente también me pongo de mal humor. Hoy, ni carne ni pescado, prefiero seguir sin abrir los ojos. Últimamente tengo la sensación de que cualquier día cuando menos lo espere estaré viviendo en otro espacio. La era de la mensajería ha pasado y el estruendo de la nada caerá como una jarra vacía sobre la espalda cálida que hasta hoy me pertenecía.

En el fondo formar parte de la caída abismal que supone no sentirse miembro de ninguna parte y no ser capaz de ver más allá del fondo incoloro de un lugar ajeno, debe provocar una sensación increíblemente anodina.

Imagino que en esa inexistencia de espacio tiempo el sentir que ha pasado un diminuto segundo, por pequeño que sea debe ser todo un acontecimiento. La eternidad, debe ser odiosa. Por eso, procuro no mirar hacia abajo cuando subo a algún lugar. Por eso procuro no vestirme con los ojos abiertos ni siquiera soy capaz de ver la vida observando el espejo. Debe ser terrible no pertenecer a nada y saber que millones de personas andan imaginándote una vida. Algo así les debe pasar a la noche y al día. Por eso prefieren no hablar ¡Ni que el tiempo fuera a pasar más rápido!

Yo sin embargo esta mañana he notado ese segundo que para mi nunca ha sido minúsculo. He querido fotografiarlo pero ya había pasado. He querido inmortalizarlo y después he comprendido que realmente lo único que he hecho ha sido matarlo.

Deberían aparecer aquí cinco agentes (no más porque son demasiados y no opondría resistencia con lo cual sobrarían algunos y habrían perdido un preciado momento de sus vidas y no menos porque me dan risa y los odio y ellos lo saben e igual acabaría invitándolos a alguna cerveza y ellos acabarían aceptando y no sería idóneo en un mundo en el que los segundo no son bellos, son sólo tiempo), esposarme y llevarme a prisión por condena perpetua.

Creo que he exagerado, porque bien sé yo que no duraré tanto en esta puta vida, no nací para para eso. Podría no obstante sentarme en un banco de la plaza y condenarme a ver pasar las caras de los niños que han perdido su inocencia, de los viejos que anhelan el antes y de los jóvenes que no saben dónde están ni por qué motivos. Por lo menos tendría una excusa para llorar. Creo que ya he llorado bastante pero no he vivido suficiente. En el fondo yo también he querido ser luna alguna vez. Ella ha visto pasar los siglos más allá de su consciencia. Ella ha escuchado secretos inconfesables en su longeva vida, y no los cuenta y no los juzga, pero ella sabe demasiado. Sigue no obstante enamorando a enamorados, testimoniando delitos, acogiendo peticiones vacías... Luna.

Realmente, prefiero el lado oscuro de su vida. La otra cara que le da la espalda a todo, la que todos desconocemos. Dicen que si te quedas mirando la luna llena mucho tiempo te pierdes en un mundo paralelo. Pero es mentira, llevo años mirándola hipnotizada y no soy capaz de encontrar ese camino.

Intuyo que hoy no he abierto los ojos porque anoche fui incapaz de cerrarlos.

Era una luna demasiado llena como para perderla de vista.

Sospecho que realmente no ha pasado el día.

Me he perdido por fin en el infinito universo de la vida.

1 comentario

César -

¡Y pasa el tiempo! ¡Y la vida sigue, y el mundo sigue cayendo a un vacío inmenso que sabe a sinsabor!