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La Voz de Mego

Escuderos Ciegos

Escuderos Ciegos

A lo lejos vuelven ellos, son Quijote y su alter ego, o su pequeño Qui. Vienen como siempre, harapientos, tristes, apoyándose uno en la verdad del otro y unas vendas ensangrentadas rodean sus muñecas, su cabeza, disfrazados de molestia. Como quien amanece solo para ser lamentado, para ser sufrido, para ser dolor de muchos ojos que no se atreven a mirar por no recordar. Recuerdan mientras ríen en otra escena en otro paraíso, el recuerdo no es más que volver a cordar ¿A ser cuerdo? No, a enredar, a tejer a alterar lo que fue, porque cualquier copia de lo que fue no es más que un espejismo de lo que seguirá siendo en algún segundo concreto. Marcha atrás, máquina del tiempo y Quijote sigue en pie como quien no cree en el olvido.

Son dos, siempre dos, uno joven y otro viejo, o no tan viejo pero sí parece. Esos ojos tan sinceros, tan humildes, tan sin esperanza ¡Y son llamados espejo del alma! Y lloran cuando los miro y no ríen nunca más que cuando están solos. Y me invitan a escuchar, a ver desde su esquina otros ojos que se posan en los suyos, como los míos, como los de aquel coche y aquella niña que YA mira con asco. Niños y borrachos no mienten ¿Está borracho quijote, lo estaba Cervantes, será alcohol las hojas húmedas de mi ejemplar encerrado al vacío para no reflejar el tiempo; Será narcótico surrealista esas palabras emblemáticas? “En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…” Quijotes hay en todas partes, vuelvo de nuevo a mirar. Lo abrazo, me abraza, mil gracias por estar aquí, y espera…Qué espera, por qué espera, a quién. Yo no conocí a Sancho, nunca lo vi y si lo hice, despiadadamente lo ignoré. Y él lo sabe, por eso espera, y me mortifica con sollozos que no sé interpretar.

Y tú joven Qui, callas ¿Por qué callas cuando te invito a hablar, por qué no miras o por qué lo haces y callas? Tantas lenguas y nadie enseña a hablar con palabras inválidas, quisiera poder pronunciar tu compañía y soñar que existe.

Dos y se acabó. Cuando regresen esos dos qué pasará, dónde de quedaran los castillos en el aire y las ayudas concedidas, qué ocurrirá con la muerte y la sangre funeraria. Llorarás tú o lloraré yo. Y esos ojos negros que lamentan haber nacido y esos perros días que lamentan haber salido.

Y sigues, como quien dice, viviendo su mentira, como quien habla de la vida y no sabe de qué habla, como quien conoce a su padre y no puede mirarlo a la cara. Violaste mis ojos y yo… me dejé, me gustó, sentí placer en tu dolor, fui superior creyéndolo ¡Viejo de mierda! Falsificador de verdades y quién dice que por ahí no está Sancho llorando por dos, dos que de verdad han pasado, dos que ya no están y yo contigo porque supiste llorar. Ingenua de mí, no estabas borracho, no vi el alcohol pero lo creí. Y siguen siendo dos. 1 y 2, muero mientras pienso quien es 1  y quien es dos.  

Ya no quedan niños que miren con asco.

Quijote sigue montando a caballo pero Sancho se perdió en su rechoncho punto extremo. Demasiado bajo para contemplar rascacielos de ingenuidad, pero pequeño para ver que Quijote no tiene pies y su escudero…tampoco.

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